No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

jueves, 29 de septiembre de 2016

EL TÍTULO



      Las vistas al mar le ayudaron a superar todas aquellas manías que acumulaba. En la papelera las palabras arrugadas. En los cuadernos el haber de los días, ideas confusas, dispersas, inacabadas. Frente al espejo, sus silencios prolongados.

            Ayer volvió a escribir. Después fue colgando del perchero, el que está al final del pasillo, todas las hojas llenas de letras. Hoy las ha reunido en el escritorio, en la mesa de la cocina,  en el baño. Hay papeles por todo el apartamento. Desde donde se ve el mar. Cada día se asoma, abre la ventana, aspira la brisa salina, desayuna en la terraza al sol de los días.  Va al baño. Allí en el baño, sin saber cómo ha encontrado la solución: “por mí como si te tiras por un desagüe”. Llamaré al editor ya tengo título.


jueves, 1 de septiembre de 2016

MANIFIESTO PERSONAL POR EL MAR MENOR (sin fotos)

He disfrutado del Mar Menor a lo largo de mis muchos años y quiero seguir disfrutándolo. Apoyo toda iniciativa que sea en pro de su defensa, cuidado y mimo para que ese mar pequeñico que tenemos siga viviendo largos años. Porque su flora y su fauna es única, porque es un tesoro de la naturaleza que nos tocó en la geografía peninsular. Lo fotografío cada año, casi me sé de memoria el contorno de su litoral: pueblos, playas, árboles, palmeras, palmitos y siemprevivas, conchas y chapinas y la tierra roja cercana del campo. Escribo y leo, a su orilla todos los veranos, escenas cotidianas de los baños, en sus cálidas aguas, paseo en bicicleta observando: cómo disfrutan niños y mayores. Y claro, también me baño. Ver amanecer desde la orilla cerca de algún balneario (ahora hostelería, club náuticos) es un capricho excepcional a pesar del madrugón en cualquier estación del año. Y la luna cuando se arrebata por encima de La Manga y se posa sobre él un espectáculo para no morir sin haberlo visto. ¡Murcianos! El Mar Menor es un plato de plata que siempre ha brillado por su tranquilidad (Nunca debió permitirse la navegación a motor y aún menos las motos acuáticas) Sí, barcos de vela latina por ejemplo o piraguas y botes. Porque en el Mar Menor había pueblos tranquilos con casas de tejados a dos aguas de corte levantino y un patio con jazminero para tomar el fresco en las noches de verano, en familia. En otras zonas de nuestro país, esto se conserva. (Nunca se debió construir torres de pisos de tantas alturas o urbanizaciones masivas o embotellamientos de pisos en calles estrechas y sin salida, por no hablar de los hoteles fantasmas sin recepción) Un desarrollo jamás planificado, nada sostenible. Al contrario muy bien aprovechado por los concejos locales para llenar las arcas y de esta manera poner alguna que otra farola, bancos para mirar el mar, palmeras de otras latitudes con el picudo que, vino con ellas, y se ha encargado de acabar con la palmera autóctona  y un largo etcétera de abandonos varios. El Mar Menor tiene cerca un campo que era de secano (almendros, olivos, algarrobos y cereales) Ahora roturado y convertido en campo de regadío y plantaciones extensivas. Sin duda alguna, dan trabajo y riqueza a la zona de lo cual me alegro. Pero, porque también aquí hay uno, sin control de las aguas, ni abonos que no entraré a calificar. ¿Y dónde van esas aguas que arrastran de todo? ¡Murcianos al Mar Menor! Como hasta hace bien poco los colectores orgánicos de los pueblos. Al Mar Menor, por sus ramblas, desde tiempos antiguos  llegaban vertidos procedentes de las escorrentías de las aguas de la Sierra Minera. Y por las ramblas siguen llegando, lo que sobra en muchas casas, electrodomésticos, basura de todo tipo: plásticos y deshechos de más de algún desaprensivo que no piensa, solo vive. ¡Murcianos entre todos nos hemos cargado el Mar Menor! Así que dejémonos de postureos y ya que, no se han tomado medidas antes, por parte de la Administración en General y Agentes Sociales, etc… 
Menos lamentaciones y más acciones.

Y déjense de medidas que no llevan a cabo nunca, por mucho que las publiquen. Hacen falta más acciones y menos palabras… Si todavía el Mar Menor tiene remedio. No lo dejen morir. Hay en Murcia muchos técnicos en Medio Ambiente que tienen y saben soluciones… ¡Murcianos cuidemos el Mar Menor!  


Camen Martínez Marín
Cabopá