No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

lunes, 13 de marzo de 2017

ZUMO DE NARANJA (Reposición)

Silvia todas las noches le habla al oído. Mientras, él duerme plácidamente como un bebé recién bañado. Se acerca entre las sábanas, se pega cuerpo a cuerpo y la tela estampada cambia de color. En esta fotografía nocturna, la Luna se asoma entre los visillos de la ventana, dejando pasar la luz que refulge en la bóveda del mundo. En el interior de la casa las candelas están apagadas hace rato; las palabras se despiertan cercanas y suaves entre las sabanas de colores cálidos, se fusionan en un caleidoscopio muy singular y fácilmente reconocible.
Por la mañana, los rayos de sol iluminan sus facciones en un gozoso despertar. Siente como la cara se le templa. Abre los ojos se da la vuelta, extiende los brazos. Piensa los colores del día. Dando un salto se pone en pie. De fondo suenan las noticias en la cocina, se oyen sonidos conocidos. Camina por el pasillo flotando entre los versos que le rondan desde la madrugada y llega hasta allí, donde el exprimidor gira y suelta el zumo de una naranja fresca que, huele a recién cogida. Se acerca por detrás y besa la nuca de quién está preparando el elixir que la despierta cada mañana.