No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Oscar Wilde

martes, 20 de junio de 2017

PRIMAVERA DE MICRORRELATOS INDIGNADOS 2017


Viaje incierto


     Amir y su familia deambulan entre casas en ruinas de una ciudad en caos. Un día él y Azhaar, su mujer, hablaron y decidieron embarcarse sin destino. A la búsqueda del cobijo merecido. Cruzarían el mar. No querían morir entre escombros. Con hambre y frío iniciaron el viaje. En la maleta solo lo estrictamente necesario: varias mudas de ropa. Cuando los niños lloraban angustiados, él les escenificaba historias sobre Ítaca y poco a poco fueron recorriendo con su imaginación las islas del Marenostrum “Esta es nuestra Odisea”, pregonaban, ilusionados en la barcaza.

     Después de una travesía por ese Mar de todos, llena de penuria y agotamiento, vivieron entre charcos y miseria, suciedad y plásticos, en una tienda de campaña. Hacinados entre basura. Sin agua, sin luz y sin comida. Bajo el cielo de la insolidaridad, en una tierra que bien podría haber sido el puente que les abriera paso a su Ítaca particular, la de ellos y tantas familias sirias a la intemperie.

    Amir, Azhaar, Ifan e Imad, tuvieron que tomar un autobús por decisión política de los acomodados occidentales. Parecían desechos de un naufragio en un mundo que mira con ojos rancios hacia otro lado. Su historia, como tantas otras se pierde entre recuerdos y palabras de los que vagan sin hogar. Quizás fueron devueltos a su país en guerra o quizás sigan deambulando en busca de un rastro de humanidad en otras tierras, al no ser reconocidos, por el perro cancerbero, ni dioses que los protejan.

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Esta es mi aportación a la propuesta de Miguel Torija para PMI junio 2017

viernes, 16 de junio de 2017

LA TRANQUILIDAD



 Es preciso, mirar en silencio porque el céfiro acariciará tu cara. Lo percibes, lo reconoces. Lo sabes. Se cuenta que los antiguos llamaban a nuestro viento de Levante: maresía  o brisa de mar. Elena lo ha oído por ahí a los hombres de la mar. Para contemplar el mar en su vaivén disfrutando del rumor de las olas, buscó aquel día, un hueco en la playa.
El olor a salitre y algas, el sabor salino sobre tus labios: son besos de mar. No se buscan, se encuentran por su belleza. En la tarde que se va. Sola y acompañada por el color. Recorridos que el cuerpo recibe.
Sigues sentada en la orilla, sobre la arena parda con los últimos rayos de sol en tu espalda, como la cámara del fotógrafo. Y, tú te quedas empapada en la hora azul, en esa calma que se torna azafranada.
Será quizás, la instantánea de aquel día de noviembre. Será, el sosiego merecido igual como la palmera se siente dibujada en el paisaje. Pintura al aire, junto al mar donde siempre estás, serenidad. Sólo con la mirada, llega y no sólo tú piensas igual. Miras alrededor, buscándola.
Suaves colores sobre la fina arena, jugando al despiste entre duna y duna. Nunca estás sola. Después del vuelo, descanso. Tranquila tú esperas.
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 Este relato participa en #palabrasalviento en ZENDA